(…) el Foro Económico Mundial, que se reúne en Davos (Suiza), es una de las mecas de la elite del empresariado y la política que mantiene el capitalismo planetario. En sus encuentros están los CEOs y ejecutivos de las grandes corporaciones, presidentes, reyes, sultanes y ministros, académicos y hasta algunos artistas. Es obvio que la intencionalidad de su alternativa no es abandonar el capitalismo, sino reformularlo. (…) Pero al mismo tiempo, este ejercicio deja en claro una paradoja: hay muchas similitudes entre los contenidos del programa de Davos con unas cuantas de las alternativas que se discuten en la actualidad, incluidas aquellas desde la sociedad civil o que son apoyadas por organizaciones ciudadanas. Pueden existir las intenciones más radicales o los proponentes ser muy distintos, pero cuando el programa alternativo se enfoca en listados de acciones e instrumentos sin clarificar adecuadamente sus conceptos y propósitos, se corre el riesgo de que las propuestas ciudadanas se vuelvan similares a las de la elite política y corporativa globalizada. Proponer impuestos a los ricos o que se deben retirar los subsidios a los hidrocarburos, es importante, pero por sí solos no dejan en claro si son apoyos o rupturas con el capitalismo o el desarrollo. Si se enumeran medidas sin incluir un contexto conceptual, sin explicitar los horizontes de cambio a los que se aspira avanzar, sin atacar las estructuras y dinámicas de fondo, todo será incompleto. Cuando no se clarifican esas bases se debilitan las opciones de cambio.
Hay personas que tienen la capacidad o habilidad de explicar en términos comprensibles para la gran mayoría algunos de los conceptos oscuros que se mueven habitualmente en torno a los modelos económicos. Eso es lo que, a nuestro entender, lleva acabo en el texto el uruguayo Eduardo Gudynas titulado Tan cera y tan lejos de las alternativas al desarrollo. Planes, programas y pactos en tiempos de pandemia, quien analiza la situación en la que nos encontramos tras la pandemia, y las distintas alternativas que (especialmente desde América Latina, pero también en el resto) se están proponiendo. De hecho, el índice del documento es el siguiente:
- INTRODUCCIÓN
- LAS REACCIONES ANTE LA PANDEMIA
- PROPÓSITOS, CORRESPONDENCIA Y COHERENCIA EN LAS ALTERNATIVAS
- CRECIMIENTO Y REFORMAS DEL CAPITALISMO
- ALTERNATIVAS MÁS ALLÁ DEL CAPITALISMO
- IMAGINANDO FUTUROS, CONSTRUYENDO ALTERNATIVAS
- ALTERNATIVAS, DESOBEDIENCIA Y TRANSICIONES
Para Gudynas, las alternativas no son universalizables, y por eso se esfuerza en dejar clara la necesidad de analizar la situación, características y posibilidades de cada zona:
No puedo dejar de sentir que en vez de buscar ejemplos dentro de la política de Estados Unidos o europea, serían ellos los que deberían inspirarse más en las experiencias de los progresismos y las izquierdas latinoamericanas tanto en sus aciertos como en sus errores. La insistencia en seguir esperando ejemplos desde el norte, considerar que la discusión privilegiada debe ser con ellos, y hasta la reutilización de las etiquetas en inglés de modo apresurado, nos coloca en el riesgo de seguir dentro de la colonialidad de saberes.
Los académicos, intelectuales o militantes de ese norte, especialmente europeos, responden con alternativas pensadas y elaboradas para sus realidades y urgencias. Eso explica, por ejemplo, que aborden de cierto modo las cuestiones del desarrollo, las urgencias sociales o los problemas ambientales.
Eso explica, por ejemplo, el cierto énfasis que se le da a la lucha contra el cambio climático o que discutan usando el paraguas del decrecimiento.
Nos parece que uno de esos aprendizajes que sería bueno llevar a cabo desde acá sería incorporar el cuestionamiento de todos los conceptos relacionados con el desarrollos, lo que supone, entre otras cosas cuestionar el concepto de valoración:
Se debe partir por recordar que todas las variedades de desarrollo entienden que únicamente los humanos son sujetos de valoración, mientras que el resto de los elementos son objetos. Lo no-humano, desde un depósito de minerales a un árbol, solo puede adquirir un valor cuando un humano se lo concede. Esa valoración se ha enfocado esencialmente en el valor de uso de los objetos para los intereses humanos, y desde allí se ha expresado la valoración económica, la que hoy predomina. De ese modo, la Naturaleza se reconvierte en un conjunto de objetos con precios de mercado, por ejemplo.
Frente a esta situación, una de las alternativas más importantes se originó en América Latina, y avanzó en dos dimensiones. Por un lado, se recuperó la diversidad de valores que otorgan los humanos más allá de los económicos, tales como los estéticos, religiosos, culturales, ecológicos, etc. Esto deja en claro que existen otras formas de valorar ejercidas por las personas que están más allá del valor de uso, y de sus expresiones económicas. Es más, se indica que la obsesión con el precio tiene como efecto anular u ocultar otras valoraciones.
Por el otro lado, se acepta que existen valores propios en lo no-humano. Otros elementos, como las plantas y animales, tienen un valor intrínseco que es independiente de la presencia de humanos. Eso conduce a una postura biocéntrica y por ello muy distinta a la antropocéntrica que prevalece en la actualidad.
Estos párrafos son un ejemplo de cómo Gudynas utiliza el bisturí para ir desnudando lo que realmente se oculta tras el envoltorio de algunas de las alternativas propuestas desde la derecha hasta la extrema izquierda, desde la Green New Deal, o el Gran Reseteo del Capitalismo, hasta las distintas “revoluciones verdes” o propuestas como el decrecimiento.
Como decíamos al principio, la parte más interesante del texto de Gudynas nos parece aquélla (la más extensa) en que desbroza las diferentes alternativas actuales, pero en los últimos capítulos el autor va más allá, dando las claves más importantes de lo que denomina La alternativa “L”:
Esta alternativa al desarrollo L está directamente inspirada y enmarcada en el Buen Vivir, por lo que sus bases conceptuales y afectivas responden a otro modo de valorar los seres vivos y los objetos. Insiste en que las personas otorgan múltiples valoraciones, y no sólo aquellas de uso o cambio (económicas en su mayoría), y además reconoce valores propios en lo no-humano. Esta es una posición biocéntrica que a su vez lleva a postular una continuidad entre lo que comúnmente se distingue como sociedad y Naturaleza. Lo que se define usualmente como “comunidad” no está restringido a los humanos. Rechaza la idea de un progreso universal y sus derivados (como el crecimiento económico), y por ello defiende múltiples recorridos históricos. El rechazo de la dominación se realiza en todas sus dimensiones simultáneamente (la dominación de los varones sobre las mujeres, de los más viejos sobre los más jóvenes, de unos grupos o países sobre otros, y de los humanos sobre la Naturaleza). Defiende la vida plena que no se limita al bienestar material sino también a salvaguardar afectos y emociones que nutran la felicidad. En modo muy resumido sus propósitos se describen como asegurar cero pobreza y cero extinciones.
Estos y otros componentes en esta alternativa buscan imaginar lo inimaginable. Esa condición podrá ser denominada como utopía, futuro soñado, horizonte de cambio, o muchos otros términos.
El capítulo final se titula Alternativas, desobediencia y transiciones, y en palabras del autor:
En este capítulo final se insiste en que las alternativas son necesarias y urgentes, pero que para resolver los problemas debemos romper con el desarrollo en cualquiera de sus variedades. Las alternativas exigen un acto de desobediencia radical. Posiblemente el mejor ejemplo de ello sigue siendo el Buen Vivir, y en especial si se mantiene el compromiso con las circunstancias latinoamericanas.
Y recoge subapartados como Normalidad, orden y obediencia:
(…) Pero al mismo tiempo, en el contexto de la pandemia las condiciones son caóticas, por momentos opresivas, y cuando se agregan las incertidumbres laboral, económica y sanitaria, hace que muchos anhelen de todos modos sus vidas del pasado año. El miedo alimenta todo esto. Los gobiernos y otros actores lo saben y lo aprovechan para insistir en medidas convencionales que impidan cualquier transformación sustancial. También lo utilizaban para reforzar su control sobre sectores económicos que estaban parcialmente fuera de su alcance aunque eran tolerados. Eso ocurre con las economías informales, en especial urbanas, y con economías de supervivencia sobre todo en el medio rural. Allí anidan opciones de autonomía que pueden alimentar alternativas, pero que el desarrollo capitalista ahora busca controlar todavía más. Es que las cuarentenas, los controles policiales y las caídas económicas, hace que se recorten las opciones para los vendedores ambulantes o los trabajadores que vendían su fuerza de trabajo en el día a día. Asoma una nueva normalidad que puede ser descrita como un ajuste que hace el capitalismo sobre economías autónomas que eran concebidas como un desorden.
O Desobediencias para las alternativas:
(…) La construcción de la normalidad no es ingenua ni neutra, y por ello es un problema político de primera magnitud. Si aceptamos que la pretendida normalidad no tiene nada de normal, antes que generar una nueva versión, la postura a seguir debería ser otra, casi contraria a la que piden los gobernantes, empresarios o académicos. La novedad debería estar en explorar alternativas no solamente incómodas, sino también aquellas que resultan inconcebibles bajo las actuales normalidades que nos obligan a obedecer. Es una invocación a la anormalidad y a asumir la desobediencia para ir más allá de cualquier normalidad.
(…) Todo eso explica la necesidad de precisar los sentidos de la desobediencia. Ella puede ser retomar las calles para evidenciar reclamos o ejercer la resistencia pacífica, pero aquí se la alude en un sentido más profundo. Es romper con las reglas, condiciones y controles en la forma de pensar y sentir. Dicho de otro modo, es imaginar que pueden existir opciones más allá del desarrollo. Los métodos para imaginar distintos futuros, explicados en el capítulo anterior, operan en ese sentido.
Entonces, una alternativa al desarrollo entendida como distinta a una normalidad vieja o nueva, siempre implica un cambio en los saberes y sentires. Es otro modo de concebir a las personas, y a lo que describimos como sociedad y Naturaleza. No basta con un listado de medidas o acciones ya que ello no necesariamente indica cuáles son los puntos de partida. La idea de alternativa, al menos la que aquí se defiende, apela a cambios radicales en un plano de ideas y afectividades muy profundo, allí donde están las raíces o los cimientos a partir de los cuáles se entiende e interpreta tanto lo que nos rodea como a nosotros mismos.
Por último, el titulado Los contenidos para transitar hacia las alternativas:
(…) La crítica, la protesta y la desobediencia o la invocación a distintas utopías, son condiciones necesarias para las alternativas al desarrollo pero a la vez, por sí solas, son insuficientes. Si realmente se quiere optar por otros órdenes, es imprescindible ofrecer contenidos a los modos por los cuales se pretende dar pasos en ese sentido. En ello operan las llamadas “transiciones”. Son las medidas, los planes de acción o los instrumentos por los cuales las alternativas se vuelven entendibles, adquieren cuerpo en transformaciones concretas, y pueden ser comprensibles para otras personas. No solamente es necesario explicarlas, sino que incluso deberían ser deseables.
Es más, las personas deberían reconocer que las alternativas, y la sucesión de transformaciones para alcanzarlas, son relevantes para resolver los problemas cotidianos. No basta con denunciar la pobreza, sino que se requiere explicar los modos para resolverla, las estrategias para brindar empleo e ingresos que aseguren la calidad de vida. No es suficiente rechazar los extractivismos, sino que debe quedar en claro cómo se organizaría una economía nacional que deja de depender de la exportación masiva de materias primas. Las alternativas no son ejercicios académicos para publicar artículos en revistas sino que deben responder a las urgencias actuales y sus destinatarios son los movimientos ciudadanos. Una y otra vez las urgencias y dificultades de las personas y las comunidades deben estar en el centro de ese esfuerzo.
Para quienes queráis ver otras propuestas de Eduardo Gudynas en este periodo, valga como ejemplo el texto del artículo Manifiesto Salvaje. Dominación, miedo y desobediencia radical