MACHETE (Escaleras del) / AIHOTZ PLAZAKO eskailerak
Habrá quien piense que poco se puede contar de las Escaleras del Machete, pero sí tienen su historia. Para empezar, comencemos por aclarar que de los tres tramos de escaleras que dan a la plaza del Machete, las conocidas como Escaleras del Machete son las que comunican esa plaza con la meseta que hay en la entrada de la iglesia de San Miguel. Ese nombre oficial lo recibieron en 1887. Bueno, a decir verdad el que recibieron fue el de Escalera, en singular, denominación que mantuvo al menos hasta 1940.
Hoy en día cuentan con 20 escalones, aunque desde 1887 ha abarcado también el pequeño espacio que hay al final de la subida, pegando a la Iglesia de San Miguel, pero sin llegar a la zona donde se ubica la réplica del machete. Y es precisamente en ese espacio donde las escaleras cuentan con su propia historia, en general, poco conocida.
Empecemos no obstante por lo menos desconocido. Venancio del Val en la edición de 1944 de su Calles de Vitoria dice:
También lleva el nombre del Machete la escalera que baja de la plazuela que tiene la misma denominación a la entrada de San Miguel.
En la parte de esta iglesia que da a la escalera es donde debió estar primitivamente tras de una reja y alumbrada con faroles, la imagen de la Virgen Blanca
Más información añade al respecto el siempre bien informado José María Bastida Txapi, en su Recordando Vitoria:
La imagen de la Virgen Blanca fue colocada en su actual ubicación en 1788. Anteriormente había estado colocada en un machón que da a las escaleras que suben a la plaza del Machete. En 1822 el Ayuntamiento la nombró Patrona de la ciudad. Al menos hasta 1925 a la izquierda de donde se encontraba antiguamente el machete, había una casucha que disimulaba el gran rincón donde estaba expuesta la Virgen Blanca antes de su traslado al sitio actual. Esta casa, con numeración de las Escaleras del Machete, no figura ya en el nomemclátor elaborado según el censo de 31 de diciembre de 1940
Pero estas versiones se cuestionan en parte con lo que aporta este texto de la Cofradía de la Virgen Blanca y, sobre todo, con la imagen del grabado que le acompaña y a la que hace referencia:
No se sabe a ciencia cierta cuándo la imagen de la Virgen Blanca del s. XIV fue colocada en el exterior del templo, lo que sí podemos afirmar es que se emplazó en un lugar estratégico dado que se hallaba en el muro exterior del ábside de la Iglesia de San Miguel, junto a la puerta de la muralla llamada de San Bartolomé, a la vera mismo del camino real de Castilla que a su paso por Vitoria se dirigía a Francia.
Se hallaba junto al mercado y plaza del Machete, lugar emblemático por ser donde juraban los cargos municipales. Parece probable que cuando en el s.XVI, se construyó la cabecera del templo fuera colocada la imagen en uno de los contrafuertes a espaldas de la capilla llamada de «la Cruz o de la Virgen Blanca» (hoy Sacristía).
Lo que sí es seguro que la imagen se colocó sobre un sencillo pedestal con pilastras sin protección alguna y, por tanto, muy poco resguardada de las inclemencias del tiempo.
Sólo a partir de 1616 se puede acreditar documentalmente la construcción de una nueva hornacina para cobijarla y que fue mandada hacer por los cereros de la recién creada Cofradía de la Virgen Blanca, tres años antes.
Decimos que cuestiona lo dicho por del Val y Bastida porque, según el grabado, la imagen está delante de la casa baja, y no el “gran rincón donde estaba expuesta”, que, además, visto en la distancia, más que protegida por una hornacina parece encerrada en una jaula. Es curioso que en aquellos tiempos tuviera que estar protegida tras una reja, pues este no parece un método para ayudar a hacer frente a las inclemencias del tiempo ¿Cuál sería entonces sus objetivo? ¿Protegerla de quién o qué? ¿Había entre el vecindario de la entonces Gasteiz y hoy Alde Zaharra personas opuestas a lo que representaba la imagen de la Virgen Blanca? Cómo nos gustaría conocer las respuestas a esas preguntas.
En cualquier caso, y volviendo a ese espacio de la Escalera del Machete, más que lo referente a la imagen en cuestión, nos interesa lo relativo a las personas, y en ese mismo rincón, y en concreto en esa casucha, vivieron personas. Así, sabemos por el nomenclátor de 1887 (que desliga esta casa de la numeración de la Plaza del Machete, donde hasta entonces figuraba con el número 1, para darle también el número 1, pero ahora de la Escalera del Machete) que en ella vivían dos personas. Las labores de investigación de Txapi y del Val nos proporcionan información sobre ellas:
Coinciden las fechas con los testimonios de dos sacerdotes mayores consultados sobre el tema. Uno de ellos, nacido en la Zapatería, pasaba en la década de los treinta todos los días por delante de esa casa para ir a la escuela que hoy conocemos como de Ramón Bajo. Allí coincidía con el nieto de sus habitantes: un matrimonio ciego. Por un artículo de Venancio del Val, sabemos que eran los padres de los hermanos Castaños, conocidos músicos locales en su época.
No sería fácil la vida para esa pareja ciega tener su hogar en una vivienda ubicada al borde de unas escaleras, y al lado de una plaza que, como veremos ahora al hablar de la plaza del machete, en 1880 tenía, en conceptos actuales, muy pocas condiciones de accesibilidad.
No sabemos si con el paso del tiempo la pareja ciega se mudó, o si cuando en 1910 se datan 5 personas viviendo en esa misma casa se estén refiriendo a los hijos del matrimonio a los que alude Venancio del Val, apreciados guitarristas. Sea como fuere, la casa ya no aparece en el nomenclátor de 1940, según el propio del Val se debió derribar en la década de los 30.
MACHETE (Plaza del) / AIHOTZ plaza (o Plaza de la Asamblea)
Este espacio singular del Casco Viejo gasteiztarra es otro de los lugares que ha tenido muy diversas denominaciones a lo largo de los siglos. Entre los nombres con los que oficial o popularmente se ha conocido a este espacio (en tiempos, muy distinto al actual) están los de Plaza de los Bueyes, Plazuela de la Blanca, Plazoleta de los Juicios. Aunque hace un par de años un twitt del Instituto Alavés de Arqueología ponía en boca de Elena Martínez de Madina otros dos: Mercado de Lana y Plaza de las Vacas (¿será una confusión con Plaza de los Bueyes?, no lo sabemos, pero creemos que sí, porque en su minucioso libro con Henrike Knörr (Toponimia de Vitoria I) no aparece reseña alguna sobre esa tal Plaza de las Vacas.
Antes de entrar en lo que consideramos la parte con más enjundia de la historia de este espacio, hoy en día plaza, veamos algunos datos de esos que se suelen señalar poco.
Por ejemplo, los que recogen los documentos sobre numeración de casas y posteriores nomenclátores. Así, en el documento propuesta para “metodizar la numeración de las casas” de 1855, no se propone ningún cambio para la Plaza del Machete, que tiene los números 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8 y 9 todos en la acera de la izquierda. Se especifica además que pertenece a la Vecindad de San Francisco. En los posteriores documentos no hay cambios (aunque en 1867 se plantearon reformas para todos los números), al menos hasta 1887, que es cuando el anterior nº 1 de la plaza se convierte en el número uno de la Escalera del Machete. Ese documento de 1887 también señala que entre el anterior número 1 y el actual número 1 existía un Sin nº, que era el nicho detrás del ábside de la Iglesia de San Miguel, donde se guardaba “el famoso Machete Vitoriano”. También indicaba que donde el que pasaba a ser ahora nuevo número 1 había estado el Retén de Serenos.
Estos documentos nos cuentan también que en 1880 tenía, situadas debajo de la Cuesta de San Vicente, 9 casas habitables (todas de un solo piso) con 39 habitantes. Este número de habitantes va disminuyendo paulatinamente, siendo 24 en 1887, y tan sólo 20 en 1910. Más cambios hubo entre 1920 y 1940, ya que los anteriores números 4 y 5 pasaron a ser un solo edificios (aun manteniendo los números), lo mismo que ocurría con los 6 y 7. Para ese 1940 la población de las casas de la Plaza del Machete había vuelto a crecer, siendo entonces de 34 (19 mujeres y 15 hombres).

Colchonero en la plaza del Machete (1900?) AF0000171/index.djvu; Signatura AZP-120
Entre otros datos curiosos que encontramos está la explicación que nos da Ismael García-Gómez (Vitoria-Gasteiz y su Hinterland. Evolución de un sistema urbano entre los siglos XI y XV) para la ubicación del mercado en la plaza del Machete:
En esta ocasión son los vecinos y comerciantes del bloque B3 [Cuchillería, Pintorería y Judería] los que en 1484 protestan porque los puestos de venta suelen montarse ante los portales meridionales del bloque B2 [Correría, Zapatería y Herrería], lo que afecta negativamente a la actividad comercial de sus calles. La solución se hará esperar hasta 1488, año en que –según apunta Fray Juan de Victoria- después de barajarse otras posibilidades, se adoptó la solución “salomónica”; situar el mercado en un punto intermedio entre los portales meridionales de los bloques B2 y B3, a saber, en la zona donde actualmente se encuentra la plaza del Machete.
También nos parece de resaltar el hecho de que para algunos autores, junto a la actual ubicación del palacio de Villasuso pudo existir en tiempos una “Ermita de San Bartolomé”, lo que explicaría también el nombre de las escaleras. Así, Peli Martín Latorre (La ermita humilladero del Santo Cristo de la Buena Dicha. Esa pequeña historia de Vitoria que se nos escapa… que se nos va…), observando un plano de 1811, elaborado por los Capitanes franceses André Mailliart y George de Bois St. Ilys:
De ahí el gran interés que ha despertado en nosotros conocer por ejemplo, dentro del casco urbano, la configuración de la primitiva muralla y encaste de la Villa de Suso, tras la iglesia de San Miguel y lo que puede ser, de no estar equivocados, el lugar donde estaba situada la ermita de San Bartolomé señalada con una cruz, tal y como se identifican en el mismo plano todos los edificios religiosos de la ciudad, ésta junto al Palacio de Villa-Suso, en su parte superior, así como el tramo de escaleras denominadas con el nombre de este Santo, que ascendían y todavía ascienden hasta dicho lugar desde la hoy Plaza del Machete. Podría ello explicar el peculiar aspecto que hoy se nos ofrece, conformando dentro de ese local una especie de ábside al fondo del llamado Salón de Actos que se utiliza como tal en el Palacio de Villa-Suso
Para acabar con este apartado de curiosidades comentemos que en esa plaza pero en un ubicación muy distinta a la actual, existió lo que Cola y Goiti calificaba de “asqueroso meadero (…) foco de miasmas que suben a infeccionar las escuelas del viejo palacio de Villasuso”. Meadero que, como podéis observar en la foto, tiene una exagerada forma fálica.
LA PLAZA DE LA ASAMBLEA VECINAL
Pero más que en sus nombres, en la historia del Machete vitoriano, en los pormenores de su Palacio de Villasuso, en sus covachas o restaurantes, o incluso en su uso como “txoko folklóriko” (que algo de eso hay, aunque disfrutemos mucho de no pocas de las actuaciones que en él tienen lugar), cuestiones todas ellas que se tratan de forma abundante en cualquier guía turística o blog de viajantes, queremos centrarnos en otros aspectos bastante menos conocidos que para nosotras resulta fundamental no olvidar, y dotan de un carácter propio a esta plaza, como para sentir por ella un cariño especial.
Pero empecemos por su antigua “configuración” en poco parecida a la actual. Para hacernos una idea, valga esta descripción del espacio en 1291 que recoge Manuel M.ª Uriarte Zulueta en “Vitoria y sus barrios en 1291” ( Landazuri, n. 3, junio 1994):
en 1291 la Plazuela del Mercado se extendía más allá de lo que hoy conocemos como la Plaza de la Virgen Blanca:
“…mercado, que entonces comprendía toda la extensión que hoy ocupan las tres plazas, de la Virgen Blanca, de España y del Machete”
Pero en ese mismo espacio de la hoy plaza del Machete, existió también, y desde bastante antes, el llamado Cementerio de San Miguel, tal y como se ha ido confirmando en diversos controles arqueológicos, según expone Paquita Sáenz de Urturi Rodríguez en Palacio Villasuso. Mejora de accesibilidad, Arkeoikuska 2015:
(…) Otra buena razón era la cercanía al templo de San Miguel y el conocimiento previo que se tenía de la existencia de su cementerio en la zona colindante con este palacio. Todo ello obligaba a un control riguroso de las obras proyectadas.
Enterramientos medievales
En el exterior del palacio, en la zona trasera de San Miguel, estaba prevista una apertura para la colocación de una zapata con unas medidas de 80 x 80 cm de lado y la misma profundidad. Pese a estas escasas dimensiones existía la posibilidad de que se localizaran enterramientos como ya había ocurrido en el siglo XIX,
(…) El resultado fue el hallazgo de un enterramiento en fosa simple excavada en la roca, sin cubierta y con el lateral derecho alterado por la reciente instalación de una tubería en la zona. En su interior se recuperaron los restos de dos individuos superpuestos uno sobre otro,
(…) La cronología precisa sobre esta sepultura queda a la espera de una posible datación por carbono, y de los estudios del cercano entorno espacial donde se encuentra la primitiva muralla, considerada como prefundacional para poder establecer las correctas relaciones estratigráficas. No dudamos de su relación con la necrópolis medieval de San Miguel.
Esta sepultura doble no ha sido la única hallada en el entorno del Palacio de Villasuso. En la reforma de 1982 se localizó un enterramiento en el rellano de la escalera que comunica la primera planta con la segunda, en el límite con la escalera de San Bartolomé, y junto al paño exterior de la primera muralla. (…) A priori también se relaciona esta sepultura con la misma necrópolis de S. Miguel como los anteriores, aunque se plantean dudas sobre esto, dada su ubicación.
A modo de conclusión, destacar que los resultados obtenidos en la realización de este control han permitido corroborar algunos de los datos contenidos en la documentación generada en el siglo XVI, entre Martín de Salinas y el ayuntamiento, y localizar los restos de una parte del cementerio de San Miguel, cuyos inicios se podrían remontar a un periodo anterior a la concesión del fuero por parte de Sancho VI de Navarra en 1181.
Lugar de reunión del Concejo Abierto
Vais a entender rápido el porqué nos interesa tanto saber si, como parece, este espacio que hoy ocupa la plaza del Machete fue el que en su día acogía al cementerio de San Miguel. La cuestión es que, siendo esto así, ese fue también el lugar donde hace siglos las gentes vitorianas practicaban el asamblearismo vecinal, pues era ahí donde se reunía el Concejo Abierto, Batzarre o Asamblea Vecinal de Gasteiz. Así lo recoge, por ejemplo Ladislao de Velasco y Fdez. de la Cuesta en Memorias del Vitoria de antaño:
El pueblo, esto es el comun de vecinos reconocidos como tales, se reunía á voz de pregón en el Cementerio de San Miguel, siempre que alguna cuestión ó asunto importante lo aconsejaba.
Son varias fuentes más las que señalan este hecho. Es el caso de Santiago Pérez Hernández (en su Poder y sociabilidad local en el País Vasco del Antiguo Régimen: del cobijo eclesiástico a la tardía aparición de las casas consistoriales; Vasconia n.º 33, 2003), quien recogiendo la información de Díaz de Durana, sostiene que ahí se celebró el concejo vitoriano hasta comienzos del siglo XV:
las reuniones del concejo vitoriano a comienzos del siglo XV y llegaba a la conclusión de los lugares de reunión eran principalmente dos: el cementerio de San Miguel y el Palacionuevo de San Francisco.
El hecho de que hubiera dos lugares parece directamente relacionado con la climatología, tal y como indica el blog Conociendo Álava:
El sistema de gobierno más antiguo por el que se rigieron los vitorianos fue el Concejo Abierto. Éste fue una asamblea o reunión de todos los vecinos.
(…) La asamblea de vecinos se reunía en el cementerio de San Miguel y con el mal tiempo en el portal de la iglesia de San Francisco
Esta costumbre del uso de este tipo de espacios para la celebración de la asamblea vecinal parece que era costumbre en Euskal Herria, tal y como señala Juan Madariaga Orbea en El uso laico tradicional de las iglesias y ermitas:
En toda Euskal Herria, el listado de las poblaciones en las que el Concejo Abierto (e incluso Cerrado) se hacía en las iglesias es dilatadísimo: Hondarribia en la iglesia de Santa María; Lekeitio en el pórtico parroquial, debajo del tejadillo del cementerio; Markina en la iglesia de San Pedro, Rentería en el coro de la parroquia; Vitoria en el cementerio de San Miguel; Bilbao en la iglesia de Santiago

Pintura de Mintxo Cemillán, reproducida en Sedes históricas de las Juntas Generales de Álava en Vitoria y Tierras Esparsas, S. XVI-XIX; M. Camino Urdiain Martínez.
El lugar para el medianeto o asamblea de justicia popular
Pero parece que este espacio no sólo era utilizado para la celebración de la asamblea vecinal que denominaban Consejo Abierto, sino que en ella también tenía lugar una forma de justicia comunal que se denominaba medianeto, medianedo o medianetum. En qué consistía esta figura nos lo explica el miembro de la Real Academia de la Historia Martín Almagro-Gorbea (“El “medianeto”, una institución de origen celta en los fueros de Extremadura”):
La opinión más general en la actualidad es que el medianedo era un concilium comunal con función de asamblea judicial para dirimir litigios de cualquier índole que afectaban a gentes de distintas poblaciones o comunidades en un lugar intermedio o limítrofe entre ambos, lugar al que también se denominaba medianetum
El mismo autor, en otro trabajo (La Serranía de Albarracín. Análisis etno-arqueológico de la ganadería en la Celtiberia meridional), nos da más pistas sobre su origen:
Esta institución consuetudinaria parece ser una tradición céltica, pues medianetum ο medianedo debe proceder del término céltico *medium nemetum > medionemeton, término atestiguado en Escocia y que significa «santuario central», ya que en el mundo céltico nemeton era el centro onfálico sagrado donde se celebraba la oenach ο asamblea jurídica, elemento documentado en la Península Ibérica
No hay dudas en lo relativo a que el medianetum o medianeto en Gasteiz se ubicaba en ese espacio del antiguo cementerio de San Miguel, hoy parte de la plaza del Machete. La descripción ahora es de José Javier López de Ocáriz Alzola (Un trazado regular sucesivo: oval y envolvente la villa medieval de Vitoria):
En Villa Suso, la puerta principal desde la antigüedad fue la de San Bartolomé, en la proa del navío o espolón sur de la colina, junto a San Miguel, donde debe situarse el medianetum o lugar neutral para los juicios, tal y como se indicaba en el fuero de población de 1.181
(…) En el siglo XII pudo iniciarse junto al antiguo cementerio de San Miguel, bajo la puerta principal de San Bartolomé, el lugar mágico del medianetum.
Igualmente lo describe Ladislao de Velasco en la obra ya citada anteriormente;
En la parte exterior de la Iglesia al Este inmediata á la puerta principal de la villa llamada de San Bartolomé, (hoy escalinata ó subida al Campillo), á espaldas del altar mayor y Sacramento, se estableció el llamado Medianeto ó Medianero, lugar de hacer los juicios que se habla en el convenio celebrado entre los de Victoria y los Caballeros de la Cofradía de Alava en 18 de Agosto de 1258

El lugar para el juicio popular al Procurador General
Fue la tradición asamblearia de este lugar la que llevó, siglos después, ya a finales del XV, a que fuera el espacio elegido también para que en él se sometiera a juicio popular ante toda la población el recién nombrado Procurador General. Así lo recoge José Luis de Vidaurrazaga e Inchausti en su detalladísimo Nobiliario Alavés:
Acabado de hacer este juramento, lo llevan a las espaldas de la dicha iglesia, donde ahora la ciudad tiene cerrado con puerta de hierro y reja el machete terciado o alfanje, que solía (estar) antiguamente en la pared del cementerio de la dicha iglesia, en lugar alto, donde solía ser el lugar ordinario de concejo y ayuntamiento y consistorio, y extendiendo la mano y poniendo la mano sobre él jura
Pero no bastaba sólo con el juramento, el pueblo reunido en la plaza debía dar su consentimiento, algo que se mantuvo hasta el último juramento de un Síndico Procurador ante el Machete Vitoriano en 1841, tal y como recoge el Diario Constitucional de Palma del 2 de enero de 1841:
Concluido el juramento, hay todavía otra fórmula. El secretario lee en voz alta el poder que el pueblo otorga al procurador general, y en seguirla y antes de firmarlo pregunta al pueblo allí congregado, si en efecto quiere conferirle tal poder…. Escusado es decir, que ayer respondió que sí. Es lo regular. La tradición sin embargo conserva la memoria de un mal ciudadano a quien el pueblo desechó y que no pudiendo resistir a tan grande castigo moral, murió a los pocos días de sentimiento. ¡Lástima que algunos hijos degenerados de este país, no pudieran venir a sufrir la prueba del pueblo, del verdadero pueblo!.,
Los orígenes y pormenores de este importante acto popular los podemos seguir a través de las palabras de Rosario Porres Marijuán en su Oligarquías y poder municipal en las villas vascas en tiempos de los Austrias, Revista de Historia Moderna; Anales de la Universidad de Alicante nº 19 – 2001):
En algunas villas vascas existieron también dos figuras emblemáticas, tal vez el mejor exponente de la representatividad del comunitarismo popular que, en palabras de Pedro Lorenzo, no sólo exigía gobiernos municipales sin otro objetivo que proteger los intereses colectivos sino que también imponía el precepto de la representatividad como también el control de los oficiales designados: los procuradores generales (también llamados síndicos) y los diputados municipales. Fueron los ayuntamientos de influencia del modelo vitoriano los que incorporaron estas figuras
(…) este personaje asumía la responsabilidad de hacer cumplir en el Regimiento las leyes de la comunidad, así como de fiscalizar la labor de todos los oficiales del Ayuntamiento
(…) el procurador de Vitoria ponía en juego nada menos que su cabeza, en medio de una ceremonia que tenía lugar al día siguiente de las elecciones ante el «machete vitoriano» con el cual le sería cortada si no cumplía fielmente con su cometido. Una ceremonia mediante la cual el pueblo confirmaba su nombramiento confiriéndole poderes especiales para desempeñar su más importante misión: la de ejercer como defensor de los usos, costumbres y privilegios de la ciudad ante cualquier instancia, ya fuese provincial, real, eclesiástica, etc. Erigido como garante los derechos de la comunidad vitoriana, esta figura, creada en tiempos de los Reyes Católicos, actuaba como interlocutor válido entre el Regimiento y el Común, cuyos derechos debía preservar, aunque muy pronto pasó a incorporarse al selecto círculo de los oficios mayores junto al alcalde y los regidores y acabó por oligarquizarse al mismo ritmo que éstos (…) su concurso era imprescindible para que los ayuntamientos pudieran celebrarse, regla ésta que sin duda debió nacer para preservar los derechos del Común. Y aún más si atendemos a las premisas de Juan de Vitoria, según el cual este cargo disfrutaba de un verdadero derecho de veto porque “sólo que esté negativo basta para que no se haga lo que todos votan” (…) Con semejantes prerrogativas no es de extrañar que se convirtiera al mismo tiempo en uno de los principales y más habituales objetivos de la contestación popular, como tampoco que se utilizara la ceremonia de su juramento en la Plaza del Machete como marco de sus expresiones más virulentas.

Plaza del Machete (Fernando Echeverría 1980)
Vemos pues que su origen está en el comunitarismo popular. Pero el hecho de que fuera creado en tiempos de los Reyes Católicos nos puede hacer pensar que era producto de un espíritu comunitarista que ellos impulsaran. Todo lo contrario, las distintas ordenanzas (municipales, de vecindades…) que en Vitoria se establecieron en aquel entonces a impulso de Isabel y Fernando lo que intentaban era todo lo contrario, obligar a abandonar las formas de autogobierno que la población tenía (Consejo Abierto y Vecindades Vitorianas) para “encarrilarlas” hacia un gobierno centralizado y oligárquico. El paso intermedio para ello fue el de ir moldeando esas figuras a través de las mencionadas ordenanzas, vaciándolas de contenido, como paso previo a incorporarlas al gobierno oligárquico. A pesar de ello, como señala Porres, no lograron impedir que en ocasiones la oposición popular quedara claramente manifestada.
Tanto el diario que narra la última jura como la propia Rosario Porres hacen referencia a la contestación popular mostrada en alguno de esos actos en la que hoy es la plaza del Machete. Es la propia Porres la que en un texto con un título significativo Un episodio de insurrección popular en la “Plaza del Machete” nos cuenta lo sucedido en dos de esas juras:
En las elecciones de 1677, por ejemplo, en similar ceremonia llegaron algunos vecinos a «perturbar el acto con grita y palabras concitantes a sedición», aunque las cosas no pasaron de ahí. Mucho peor fue en las elecciones de septiembre de 1738.
(…) Antes de las elecciones, parte del público asistente protestó contra el personaje que se perfilaba como procurador general, José Joaquín del corral, a quien tenían declarado como opresor del pueblo: «mal podría el común esperar su defensa y protección de quien se oponía a sus llantos y deseaba su opresión», decían. No en vano, se le conocía por su mal hacer mientras ejerció como alcalde en años anteriores. Paradójicamente, un amañado ritual de bolas y cántaro le seleccionó como procurador y los asistentes lo tomaron como una provocación.
Cuenta la documentación oficial que al día siguiente, en el acto de juramento en la Plaza del Machete y cuando el escribano Tomás ángel de Velasco preguntó si se le otorgaba el poder para defender los derechos de los vitorianos, «respondieron unos con modestia, que si, y otros con voz alta, y mucha grita, que no». Ante el alboroto, el juez dio orden de prender a quienes diesen motivo a la discordia, dando por finalizado el conflicto. Sin embargo, la relación que de los hechos hicieron las Vecindades tenía un tinte más heroico, pues venían a decir que ante la pregunta del escribano, «… se oyó una voz universal, que decía: no Señor. Y otros: no otorgamos tal poder; sin que se hubiese oído que persona alguna, ni aun los capitulares, dijesen que si lo otorgaban. A cuyo tiempo el juez levantó la voz diciendo: ¿Qué es esto? Y habiendo callado todos, continuó diciendo y mostrando grande enojo de que se negasen a su otorgamiento, que callasen, porque si alguno respirase, o levantase su voz, haría un castigo ejemplar, que se acordaría de él, con otras expresiones de amenaza, y llamando a los Ministros de Vara, dijo con el mismo ardor prendiesen luego a cualquiera que señalase, o echase la mano».
Dicen que entonces el propio escribano don Tomás ángel de Velasco, que estaba cerca del juez, se le presentó diciéndole con gran modestia y atención: «… aquí estoy yo, Señor, que no otorgo ese poder, mande Vuestra Merced prenderme, si es delito. Con lo que el Juez se sosegó». Las elecciones quedaron en el aire, y aunque apenas un mes después la nueva corporación trató de regularizarlas, el asunto tuvo que dirimirse finalmente en los tribunales.
Visto lo visto, empezamos a entender el porqué se eliminó la referencia de la plaza al poder de la asamblea vecinal, limitándola solo al manido machete. ¿Os imagináis que hoy en día el alcalde o alcaldesa tuviera que pasar por el trance de la aprobación popular en la plaza?
No es que tengamos nada en contra de la denominación del lugar como Plaza del Machete, pero nos parece mucho más importante recobrar la memoria popular del espacio del autogobierno popular, su Consejo Abierto o Batzarre, y donde la población se juntaba a debatir y decidir cuestiones. Por eso nos parecería mucho más apropiada nombrarla como Plaza de la Asamblea popular… y no digáis que no es casualidad que justo al borde de esta plaza, según se sube por las Escaleras de San Bartolomé nos encontremos con la escuela de asamblearismo de buena parte de la juventud gasteiztarra de las últimas 4 décadas: el Gaztetxe de Gasteiz.
¿Será ésta una foto de la asamblea del Gazte de mediados del siglo pasado bajando a la Plaza de la Asamblea a celebrar Consejo Abierto? Más de una cara nos parece reconocer…

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