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Durante las última semanas hemos tenido el inmenso placer de poder encontrarnos con parte de la representación de compas zapatistas y del Congreso Nacional Indígena y del Concejo Indígena de Gobierno que, en el marco de la Travesía por la Vida que en su primer capítulo están llevando a cabo en Europa, han estado en Gasteiz durante varias semanas (999 eZker bihotzez hori posible egiteko lanean buru belarri aritu zareten guzitoi!!)

A lo largo de ese tiempo, los diversos grupos zapatistas presentes en nuestra ciudad (hemos podido conocer hasta al Comando Palomitas) se han encontrado para compartir, escuchar y platicar con más de una decena de colectivos del Casco Viejo. No es nuestra intención (ni su deseo) hacer público lo sucedido en esos encuentros, pero sí que no queremos dejar de transmitiros el resumen de lo que nosotras hemos sentido.

Ese resumen es sencillo, ya que, como indica el título de este post, se podría definir diciendo que nos han dejado toneladas de oxígeno vital y esperanza colectiva para proseguir en el empeño-necesidad imperiosa de acabar con el capitalismo (cada quien desde su lugar), como única forma de salvaguardar a la Madre Tierra (nuestra Ama Lurra) y a los seres que en ella vivimos y vivirán (también tienen claro que Madre Tierra no depende de nosotras, llegado el caso sabe defenderse, mientras que nosotras sí que dependemos de Ama Lurra)

Porque esperanza inmensa es lo que transmite ver todo lo que han conseguido transformar su realidad (e impulsar con ello el cambio en muchas otras gentes y lugares), sabiendo que todo empezó en 1983 desde un grupo de 6 personas mestizas e indígenas. Tal vez vosotras (como nosotras les dijimos) penséis que ese convencimiento-implicación de tanta gente en tan poco tiempo es producto de que en su realidad no tenían nada que perder, salvo la muerte. Y entonces es cuando ellas contestarán (como a nosotras) que algún día las personas que en esta parte del planeta tiene miedo a perder, se darán cuenta de que lo único que pueden perder son las cadenas que atan al capitalismo. Y, aunque algo parecido se lo habíamos leído, os aseguramos que no es lo mismo leérselo que oírselo.

Y oxígeno, porque insisten en que, por muy difícil que nos parezca, acabar con el capitalismo es posible. Pero que quizá uno de los retos principales es el de darnos cuenta que no es cuestión de hacer cada quien (cada colectivo) la guerra por su cuenta, Que está bien que surjan muchas iniciativas distintas, pero que es primordial que todas las iniciativas anticapitalistas, por distintas que aparenten, seamos conscientes de que formamos parte de un mismo tronco, y que compartimos corazón y cerebro.

Esa esperanza y oxígeno no la transmiten desde una posición precisamente cómoda. En México y en Chiapas están en guerra, y padeciendo cada vez con mayor saña los ataques militares y paramilitares que impulsa el malgobierno de AM López Obrador, al servicio de los intereses económicos de aquellas multinacionales capitalistas (muchas europeas) que quieren esquilmar y expoliar ya sin miramiento alguno las tierras mexicanas.

Pero después de estar con las compas, sabemos que era verdad lo que decían, que no venían a contar, sino a escuchar y platicar sobre lo escuchado. Van tomando buena nota de todas las experiencias que por aquí se dan; de sus modos y prácticas; de los errores y aciertos que les contamos; de las dificultades y los sueños que les compartimos. Es como hacer a la inversa (con lo que ello supone) una devolución de visita a los miles y miles de anticapitalistas que durante estas décadas han visitado Chiapas buscando aprender de su experiencia. Y no nos extrañaría en absoluto que tras recoger y analizar lo escuchado en tantos y tantos sitios, terminaran esbozando una propuesta a debatir conjuntamente por todas las anticapitalistas del mundo.

En cualquier caso, a lo largo de su Travesía por la vida ya nos han ido dejando grandes tesoros en forma de testimonio y pensamiento, como estas PALABRAS DE LAS COMUNIDADES ZAPATISTAS EN OCASIÓN DE LA MARCHA CONTRA LA DESTRUCCIÓN DE LA NATURALEZA, en Viena, Austria el pasado 24 de septiembre.

 

Buenas tardes.

Ésta es nuestra pequeña palabra en una pequeña historia:

Hay una mujer.

No importa el color de su piel, porque tiene todos los colores.

No importa su idioma, porque escucha todas las lenguas.

No importa su raza y su cultura, porque en ella habitan todos los modos.

No importa su tamaño, porque es grande y sin embargo cabe en una mano.

Todos los días y a todas horas esa mujer es violentada, golpeada, herida, violada, burlada, despreciada.

Un macho ejerce sobre ella su poder. 

Todos los días y a todas horas, ella viene a nosotras, nosotros, nosotroas.

Nos muestra sus heridas, sus dolores, sus penas.

Y sólo le damos palabras de consuelo, de lástima. 

O la ignoramos.

Tal vez como limosna le damos algo para que cure sus heridas.

Pero el macho sigue su violencia.

Nosotras y ustedes sabemos en qué terminará eso.

Ella será asesinada y con su muerte morirá todo.

Podemos seguir dándole sólo palabras de aliento y medicinas para sus males.

O podemos decirle la verdad: la única medicina que puede curarla y sanarla por completo, es que enfrente y destruya a quien la violenta.

Y podemos también, y en consecuencia, unirnos a ella y pelear a su lado.

A esa mujer nosotros los pueblos zapatistas la llamamos: “madre tierra”.

Al macho que la oprime y la humilla, pónganle el nombre, el rostro y la figura que ustedes quieran.

Nosotros los pueblos zapatistas llamamos a ese macho asesino con un nombre: capitalismo.

Y hemos llegado hasta estas geografías para preguntar, para preguntarles.

¿Vamos a seguir pensando que con pomadas y calmantes se solucionan los golpes de hoy, aunque sabemos que mañana será más grande y profunda la herida?

¿O vamos a pelear junto con ella?

Nosotras las comunidades zapatistas hemos decidido luchar junto a ella, por ella y para ella.

Es todo lo que podemos decirles.

Muchas gracias por escucharnos.
Viena, Austria, Europa, Planeta Tierra.
24 de septiembre del 2021.